La expedición hacia la Antártida comandada por Sir Ernest Shackleton en 1914, encarna la convicción por trascender. Una historia marcada por las dificultades, desde el momento mismo de zarpar que permite identificar los elementos propios de la gestión efectiva de un grupo de personas enfocadas en un objetivo común.
Cuando estamos atrapados, cuando todo fracasa, ¿qué podemos hacer?
En el posteo de hoy, analizaremos rápidamente esta historia inspiradora, a través de los conceptos básicos de la Inteligencia Emocional aplicada al liderazgo de las organizaciones.
La Historia
En 1914, el Endurance parte de Londres bajo el mando del Capitán Frank Worsley. Shackleton, el ideólogo del plan, atravesar el continente antártico por primera vez, quedaría en la historia no por su éxito en la empresa, sino por su gestión en el fracaso.
En agosto de 1915, el hielo se cierra alrededor del Endurance, atrapándolo por completo. Shackleton entonces, decide crear un campamento y comenzar con los intentos de liberar la embarcación. A pesar de que todos los intentos fueron infructíferos y que con cada fracaso la moral de la tripulación se iba desgastando, gracias al liderazgo al que le dedicamos el post el día de hoy, logra lo más importante, que la tripulación sobreviva durante esos primeros seis meses.
Consciente entonces de que la misión había cambiado y ahora el objetivo era sobrevivir, decide en un pequeño bote salvavidas, intentar alcanzar la isla Elefante. Cuando lo logran, se dan cuenta que allí tampoco sobrevivirían y que debían continuar su camino para buscar ayuda. Toman entonces la decisión más difícil de la travesía, 22 tripulantes debían quedarse en la Isla Elefante, confiando que los otros seis, a las órdenes de ‘el Jefe’, lograrían llegar a Georgia del Sur en busca de ayuda.
SPOILER ALERT: Un año después, todos regresarán a Inglaterra sanos y salvos.
Transformar lo negativo en positivo
Así como Shackleton no da cabida a la desesperación e inmediatamente ordena la mejora de las habitaciones mientras planea el plan de regreso, debemos encontrar la forma de mantener activos a nuestros equipos de trabajo, aún cuando las cosas se ponen difíciles.
Para los tripulantes, el estar estancados era algo temporal que podía ser aprovechado para divertirse jugando o realizando estudios de la zona.
Recordar que el problema no es una persona
Para liderar eficazmente, debemos enfocarnos en el problema, y no en las personas que lo están atravesando.
Shackleton se enfocó en trabajar junto al carpintero de la tripulación, quien era el que mostraba más señales de desagrado y desesperación. Sabía que el problema era estar atrapados y decide incluirlo en su viaje en bote a South of Georgia y de esta forma tenerlo cerca para que no afecte en la esperanza a los tripulantes que se quedaron en isla Elefante.
Aprender una asertividad sensitiva
En los momentos en los que las papas quemas, es cuando más debemos ser asertivos y buscar la mejor solución para la organización.
A pesar de la situación extrema y de discrepar en posibles rutas de escape, Shackleton y el capitán Frank Worsley mantienen un marco de respeto y optimismo que calma al resto de la tripulación.
Saber afrontar los contratiempos
Eludir el problema solo logrará que se agrave.
Shackleton enfrenta a los obstáculos en la encrucijada como quedarse estancado en el hielo, abandonar el barco, no poder arrastrar los barcos salvavidas, ser arrastrados por la corriente, llegar a una isla casi desconocida e inhóspita (Elefante), navegar en un bote en la tormenta a la isla de Sur de Georgia, expedición a pie de dicha isla desconocida para llegar a los barcos balleneros. A pesar de todo lo mencionado, Shackleton nunca elude a los problemas y se mantiene en su convicción de rescatar a toda su tripulación.
Confianza para expresar emociones profundas
Debemos confiar en nuestros equipos y rodearnos de gente que sepa más que nosotros.
Shackleton admite su poco conocimiento de botes pequeños ante el capitán Worsley cuando navegaban hacia la isla de Georgia. Es notorio que se tienen un profundo respeto y confianza ya que a pesar de las dificultades de naufragar por casi dos años ellos nunca rompen vínculo.
También en las organizaciones deportivas lo que nos define como líderes, es lo que hacemos cuando las cosas salen mal, cómo tratamos a nuestro equipo y generamos que nos sigan por convencimiento, no por miedo.
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