Este posteo va a estar dedicado a las ideas, a tratar de ubicarlas en el lugar adecuado que tiene dentro de la gestión deportiva. Por supuesto, como en cada uno de nuestros encuentros comenzaremos planteándonos algunas preguntas: ¿Una buena es sinónimo de éxito? ¿Es posible criticar una idea propia? ¿Las ideas están al alcance de todos? ¿Cómo podemos ayudar a las ideas?
El Proceso de Maduración
Tanto o más importante es tener la idea como madurarla, con el objetivo de eventualmente analizar su viabilidad y sus posibilidades reales de que funcione.
La herramienta que nos ayuda en el proceso de desarrollo y maduración de la idea es la planificación. Poniéndolo por escrito, vamos a comenzar un proceso de reflexión interna, que va a poner en conflicto a la idea generada, desde un punto de vista de viabilidad conceptual y económico-financiera.
Aún así, la supuesta viabilidad de la idea no es algo definitivo, toda concepción inicial está sujeta a modificaciones que puedan aportar un nuevo valor a la idea y mejorarla. Aquello que habíamos concebido inicialmente puede no resultar viable, pero puede perfectamente serlo introduciendo algunas modificaciones en cuestiones puntuales.
El proceso propuesto para gestionar las ideas está compuesto por 4 etapas:
Entender el Problema
Definir la Solución
Validar cualitativamente
Verificar cuantitativamente
No enamorarse de la idea
Por lo tanto, no debemos enamorarnos de la idea, sino del objetivo.
Una idea se transforma en un programa cuando satisface una necesidad del nuestros stakeholders. Un error común es desarrollar las ideas por el motivo equivocado, no es mejor el que más ideas tiene, o el de las ideas sofisticadas. El único objetivo es solucionar un problema.
Las mejores ideas a veces son las más sencillas
Las ideas no son nuestras, sino de la organización en la que trabajamos
Si no nos animamos a compartir la idea por miedo a que nos la roben, no confiamos en nuestra capacidad de ejecución
Una buena idea, no ejecutada, es un lindo power point
Cualquiera puede tener una idea
Dejemos de sobrestimar a las ideas, la creatividad está presente en todos y cada uno de nosotros, la única diferencia es que algunos la trabajan, la miman y la potencian. Es una cuestión de voluntad.
Pero esta voluntad no es solo individual, sino también de la organización. Podemos trabajar para que nuestro equipo de trabajo sea más creativo generando una cultura organizacional que premie la creatividad:
Eliminar el miedo al fracaso
Proponer la rivalidad positiva
Generar canales de comunicación efectivos
Escuchar activamente a cada miembro
Fomentar el feedback.
Como venimos hablando, el mayor capital de una organización sin fines de lucro es el conocimiento, debemos generar entonces una subcultura en la que el conocimiento sea valorado para que nuestro equipo utilice su experiencia y capacidad creativa para detectar oportunidades y desarrollar ideas que den respuesta a las necesidades existentes.
Espero que este posteo los ayude a pensar, cómo estamos trabajando nuestras ideas y qué mecanismos utilizamos para que nuestras organizaciones sean más creativas.
Comments