Los fundadores o líderes le ponen el corazón y, después de años a cargo de la gestión, se transforman en el alma de la organización. En este posteo nos vamos a plantear las siguientes preguntas: ¿Es sano que la visión de una persona sea impuesta como la misión de la organización? ¿Es posible que este tipo de instituciones sobrevivan en el entorno dinámico del deporte?
Las organizaciones deportivas sin ánimo de lucro fueron fundadas por personas que identificaron una necesidad, idearon una visión y emplearon su tiempo y talento para convertir su idea en una realidad. Es justo decir que, sin su esfuerzo, su dedicación y su capacidad, probablemente la organización no se hubiese creado nunca.
El Mal del Gollum o Síndrome de Fundador, se produce cuando el fundador de una organización llega a la convicción de que está llamado a solucionar los problemas que su equipo, según él, no puede resolver. Su propia visión es la única capaz de llevar adelante a la organización y esta, su anillo, se convierte en su vehículo mesiánico.
No sólo se limita a los fundadores, en las organizaciones deportivas, cuando los dirigentes permanecen muchos años en el gobierno, comienzan a ver a la organización como el anillo de Gollum, empiezan a creer que se lo quieren quitar y niegan todo tipo de cambios. En este contexto no se dan cuenta que “la organización les ha sobrepasado y se necesitan competencias de liderazgo que el fundador no tiene o se niega a desarrollar” (Kleibrink, 2004).
La incapacidad para delegar y la microgestión típicas en este tipo de organizaciones, imposibilitan la adaptación a la dinámica del mundo deportivo actual. Por otro lado, la visión original suele estar anclada a fórmulas anteriores y no mirar hacia el futuro.
“La mentalidad deportiva hace que mañana tengas que ser mejor” dice Pablo Lazo, entrenador del primer equipo de baloncesto del Real Madrid. ¿Se puede ser mejor sin cambiar? ¿Se puede ser mejor sin perder la esencia?
Nuestra tarea es hacer que esto suceda, encontrar una alternativa viable para generar una transición hacia una organización sin ánimo de lucro mejor gestionada respetando el juego, el deporte y los que estuvieron antes que nosotros.